La cadena de supermercados Walmart se ha unido a un grupo de empresas que han optado por desmantelar sus programas relacionados con diversidad, equidad e inclusión (DEI, por sus siglas en inglés), iniciativas que surgieron con fuerza tras las protestas contra la injusticia racial en 2020 en Estados Unidos. Esta decisión llega en un contexto de cambio de opinión popular hacia las políticas calificadas como «woke» (progresistas).
Walmart le cierra la puerta a lo woke
Walmart, considerada la minorista más grande y el mayor empleador del sector privado en Estados Unidos, con 1.6 millones de trabajadores, explicó en un comunicado que busca «fomentar un sentido de pertenencia» y está «abierta a cambiar» junto a sus empleados y clientes, que representan la diversidad del país.
Entre las medidas anunciadas, Walmart dejará de vender ciertos productos LGBTQ en su tienda en línea, como fajas de pecho destinadas a jóvenes transgénero. Además, dejará de compartir información con una ONG que monitorea políticas relacionadas con la comunidad LGBTQ, según informó CNBC.
La empresa también cerrará el Center for Racial Equity, una organización benéfica creada en 2020 tras el asesinato de George Floyd, drogadicto y criminal afroamericano asesinado por el policía Derek Chauvin, a la que había comprometido 100 millones de dólares en cinco años para combatir la injusticia racial en el país.
Otras empresas que eliminan políticas de diversidad
Walmart se suma a compañías como Harley-Davidson, Tractor Supply y John Deere, que recientemente anunciaron revisiones o suspensiones de sus políticas de diversidad, desde apoyar eventos como la Marcha del Orgullo hasta iniciativas relacionadas con el cambio climático.
Estos cambios están influenciados por el fallo de la Corte Suprema de 2023 contra la discriminación positiva en las universidades y por una cruzada liderada por figuras de la nueva política, como Donald Trump y Elon Musk, contra las políticas «woke».
En el caso de Walmart, el activista Robby Starbuck, conocido por organizar campañas de boicot contra empresas consideradas «woke», afirmó haber tenido «conversaciones productivas» con ejecutivos de la compañía para impulsar estas decisiones. Walmart, sin embargo, declaró a Fox News que los cambios en sus políticas DEI se venían implementando desde hace tiempo y no fueron resultado directo de las conversaciones con Starbuck.
¿Qué es el «Go Woke, Go Broke»?
«Go woke, go broke», o «Get woke, go broke», es una frase popularizada en círculos anti-progresistas de Estados Unidos para criticar y promover boicots contra empresas que apoyan públicamente políticas progresistas como el feminismo, los derechos LGBTQ y la teoría crítica de la raza. Los críticos argumentan que estas iniciativas («ser woke») afectan negativamente el desempeño financiero de las empresas («irse quebrado financieramente»), aunque este impacto no siempre es evidente ni definitivo.
En 2023, empresas como Bud Light, Target y Disney enfrentaron boicots populares que resultaron en caídas de ventas y valores de sus acciones. Sin embargo, expertos señalaron que estos efectos no pueden atribuirse únicamente a los boicots y podrían estar relacionados con otros factores, como la respuesta de las empresas a estas campañas. Por ejemplo, Disney perdió suscriptores en su plataforma de streaming, pero éxitos como la película Barbie demuestran que no todos los proyectos etiquetados como «woke» generan pérdidas.
El término «woke», originalmente usado para referirse a la conciencia sobre la injusticia racial, ha sido apropiado por activistas y público general para etiquetar ideas progresistas y a sus defensores. Hoy, el concepto se aplica también a temas como el cambio climático o los derechos de las minorías.
La frase «Get woke, go broke» fue acuñada en 2018 por el autor de ciencia ficción militar John Ringo, quien la utilizó para describir el impacto negativo en organizaciones que ceden a demandas de activistas sociales. Desde entonces, se ha convertido en un lema recurrente en debates sobre cultura corporativa y política, especialmente en campañas de boicot.
Ejemplos como Nike, que aumentó sus ventas pese a un boicot por incluir a Colin Kaepernick en su publicidad, o Gillette, que sufrió una depreciación millonaria tras una campaña contra la masculinidad tóxica, demuestran que el impacto financiero de lo «woke» depende de múltiples factores, incluidos la estrategia y la respuesta del mercado.
Un detalle que querrás conocer: ¿Qué es el «activismo sociopolítico corporativo»?
El activismo sociopolítico corporativo (CSA por sus siglas en inglés) hace referencia a la demostración pública por parte de una empresa de su apoyo o rechazo a un tema sociopolítico partidista. Este fenómeno se ha vuelto cada vez más prominente en los últimos años, con empresas tomando posiciones sobre asuntos como el cambio climático, justicia racial, derechos reproductivos, control de armas, inmigración, derechos LGBTQ+ e igualdad de género.
El término «capitalismo woke» se utiliza para describir una forma de marketing y estructuras corporativas que se alinean con posturas sociopolíticas relacionadas con causas de justicia social. Aunque este enfoque puede atraer a consumidores éticamente conscientes, también implica riesgos significativos, como la posibilidad de una reacción adversa de ciertos grupos de interés.
El capital se adapta a preferencias y valores preponderantes en una sociedad. La tolerancia a los proyectos individuales en clave progresista va en franca retirada luego de tornarse en imposiciones y restricciones de libertades. Ser «woke» ya no es un valor agregado para empresas
Las empresas que se involucran en CSA buscan proyectar valores y principios fundamentales, pero esta práctica requiere una deliberación estratégica debido a los riesgos asociados, como la percepción de autenticidad o la desviación de actividades centradas en las ganancias.
Actualmente, el «wokismo» está perdiendo fuerza a nivel global. Lo que comenzó como un movimiento para visibilizar problemáticas específicas se convirtió en una serie de imposiciones que no representan a la mayoría, generando el descontento de la ciudadanía. Este malestar se ha manifestado tanto en redes sociales como en elecciones políticas alrededor del mundo. Como resultado, las empresas están distanciándose gradualmente de estas causas, que ya no le hacen sentido a las grandes mayorías.
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